lunes, 1 de diciembre de 2014

EL ROSTRO DE LA ESPERANZA

Mi amigo de la infancia, Emilio Bautista Soto, nos manda este precioso relato  para compartir con todos nosotros. La historia cuenta lo siguiente: 
Eran poco más de las 20 horas en una localidad con playa, de la cornisa Cantábrica. Acababa de caer un chaparrón, de esos de varano, que hacen que refresque el ambiente y que, poco antes, todos busquemos refugio a resguardo de la lluvia. En esta situación, y bajo un generoso toldo, las mesas de la terraza se van juntando para acoger el máximo número de parroquianos bajo su protección. La situación me recuerda a esa terrazas, de las zonas turísticas de París, donde todos están de espaldas a la pared y tan juntos que parece que estuvieras sentado en las rodillas del que tienes a tu lado. Mi mujer, debería decir mi cónyuge, y yo que estábamos sentados disfrutando, a esa hora, de los beneficios del clima de esa zona de nuestra península ibérica, en pocos minutos nos vemos rodeados de gente muy próxima que también quiere sumarse al beneficio del toldo en esos momentos. A la derecha y un poco detrás de nosotros, en una mesa muy próxima a la nuestra, se acaban de sentar tres personas; por lo que puedo deducir, el padre y su hija, acompañados por el marido de esta. Todos con vestimenta veraniega que está un poco mojada. Respiran agitadamente ya que acaban de echarse una carrera porque el agua les ha cogido, como a los demás, un poco desprevenidos y han acudido al refugio con prontitud y de forma acelerada. Después de las risas que provoca el trance y un poco cabreados por la mojadura, se relajan y se sientan, como digo, a nuestra derecha. El resto de las mesas se han ido ocupando de la misma forma acelerada. La proximidad nos obliga, sin querer, a escuchar su conversación que, en un principio, nos parece intrascendente y, como casi siempre en estas circunstancias, relativa al cambiante clima del momento y del lugar. Estamos en el mes de agosto y, como he dicho antes, en una localidad de la costa norte. Poco a poco, y ya olvidado el percance de la lluvia, nos vamos acomodando a la situación y empezamos a practicar el deporte por excelencia en esas situaciones; nos vamos fijando en el entorno próximo y criticando todo lo que nos llama la atención con respecto a los que tenemos al lado. 
Las conversaciones se suceden pero a mí particularmente, me llama la atención la que escucho desde mi derecha, referida a la familia que ya he mencionado, cuando se pronuncian las palabras: donante de órganos, lo que me hace agudizar el oído. La persona a la que yo he atribuido la categoría de padre y a pesar de que hoy a mi me parece muy difícil determinar la edad de cualquiera, aunque cuento con la ayuda de mi mujer que es bastante más experta que yo y me confirma mi impresión, creo que está en torno a mi edad, rondando los sesenta años, yo diría que en torno a los ochenta kilos de peso, no puedo determinar su estatura porque está sentado pero me atrevo a apostar –solamente le he visto de pie un momento mientras pasaba mi lado- que está por encima del 1,80, es alto. Como decía, acaba de pronunciar las palabras donante de órganos en referencia a su hermano gemelo. Más o menos la historia que cuenta es la siguiente:
Mi hermano Manuel venía de Madrid a visitar a su familia, como otros muchos fines de semana, la mala suerte hizo que se saliera de la carretera y quedara muy mal herido, con un fuerte golpe en la cabeza. Un camión se puso en su carril y, al tratar de esquivarle, se salió de la carretera y se estrelló contra la montaña. Le trasladaron al Provincial de Pontevedra. Aguantó escasamente dos días. Los médico nos dijeron que estaba muy mal. Cuando llegamos a verle a la UVI, estaba con tubos por todos los sitios y lleno de máquinas, pero yo vi que respiraba. Enseguida un médico se acercó a nosotros y nos comentó la posibilidad de que fuera donante de órganos, pero tenía que ser la familia quien autorizara
La historia se la están contando a quien he atribuido el parentesco de yerno que escucha con mucha atención. En ese momento yo desplazo un poco hacia atrás nuestra mesa, justo lo que me permite el poco espacio físico que hay entre ellas, con el fin de escuchar mejor. El relato sigue así: el día siguiente por la mañana, el médico que habló con nosotros se acerca y nos comunican que mi hermano ha fallecido, que cerebralmente está muerto, nos explica que son las máquinas a las que está conectado las que mantienen los órganos funcionando artificialmente, pero que su cerebro ha dejado de hacerlo hace un rato y que si le desconectaran se pararía. Es difícil de entender porque yo sigo viendo que respira. A continuación nos invita a que le acompañemos a un pequeño despacho y nos habla de la donación de órganos, del beneficio que supone para otras personas este acto solidario. Expone, con argumentos muy convincentes, la posibilidad de salvar las vidas de otros y nos hace ver la posible casualidad del caso contrario, es decir, que nosotros estuviéramos en la necesidad de un trasplante. En un principio no sabemos como reaccionar, se acaba de morir mi hermano y me hablan de otras personas, no entiendo nada. Es mi cuñada (su mujer) y, muy especialmente la tuya, hace un gesto muy significativo con la barbilla dirigido a su hija, las que nos hicieron ver lo importante que, para quien está esperando un órgano, supone que donemos los de mi hermano. El doctor, poco después nos enteramos que era lo que llaman el Coordinador de Trasplantes, nos da las gracias en nombre de la organización que representa, la ONT (Organización Nacional de Trasplantes). A continuación firmamos los documentos necesarios
En ese momento, el relator, hace alusión a la gran similitud física que tiene con su hermano fallecido dado que eran gemelos idénticos y, comenta que, como casi todas estas parejas, en algunas ocasiones, se hicieron pasar el uno por el otro. 
Tengo que decirte, apostilla en dirección a su yerno, que nos sentimos muy orgullosos de haber aceptado la propuesta de ese médico y sabemos, por la carta que nos enviaron unos días después, que trasplantaron con éxito el corazón y el hígado de mi hermano. Queríamos conocer a las personas que los recibieron pero al parecer, la ley prohíbe que se conozcan . Aunque son momentos difíciles para todos, el haber aceptado la donación, nos ayudó a superar nuestra pena de forma indirecta; a pensar un poco mas allá de nuestro pequeño entorno; conocimos otra perspectiva diferente de un caso de fallecimiento de un ser querido; si, es duro, pero reconfortante a la vez
El yerno pregunta: ¿eso fue hace unos años, no?, a lo que responde su esposa: Me acuerdo perfectamente porque nos casamos el año siguiente; fue el puente de la Inmaculada del año 1999. En ese momento, un chispazo recorre mi espina dorsal y, casi tirando la silla, me levanto como un resorte y giro la cabeza para contemplar con detenimiento el rostro de aquel hombre. Tiene barba, ojos oscuros un poco saltones, la cara redonda pero sin dar la sensación de estar gordo, y presenta una incipiente calvicie de un tono de pelo que parece fue oscuro Yo, que era un mero espectador, me convierto en protagonista de esta historia. Me trasplantaron el corazón en el Hospital Juan Canalejo de la Coruña el 9 de diciembre de 1999. Solo sabía de mi donante, que era varón, de en torno a los 40 años, venía de Pontevedra y que trasplantaron ese mismo día el hígado a otro paciente. En ese instante le vi la cara.

martes, 18 de noviembre de 2014

ABBA - CHIQUITITA

¿Quién no la conoce? ¿Alguno puede decir que jamás la ha tarareado?
‘Chiquitita’ fue presentada el 9 de enero de 1979 en el concierto ‘Música para la UNICEF’ ofrecido por varios artistas ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. ABBA donó los derechos del single, que inmediatamente alcanzó el número uno en todo del mundo. Todavía hoy el organismo recauda mucho dinero gracias a este tema.

jueves, 13 de noviembre de 2014

HISTORIA DE LA PEÑA “EL TARUMBO”

“De la romería vengo de San Juan de Los Corrales...”
Así cantaban los mozos hace muchos años, cuando las fiestas de San Juan eran un referente en el calendario festivo de nuestra región, cuando los trenes llegaban a La Rasilla llenos de gente de todos los rincones... Desde las Fraguas, desde Arenas, La Serna, Molledo, Silió, Bárcena, Pujayo, Pesquera, Reinosa... Desde Viérnoles, Torrelavega, Renedo..., también los “coches de línea” ayudaban a desembarcar en nuestro pueblo a los romeros de Selaya, Villacarriedo, Puente Viesgo, Aés o Torrelavega. Los automóviles eran escasos, pero también llegaba alguno, aunque no tantos como bicicletas con ciclistas endomingados que protegían sus pantalones de la grasa de la cadena con una pinza más o menos rudimentaria o artesanal. Y los que llegaban andando. Desde Coó, Barros, Santullán, San Mateo, San Andrés, Cieza, Collado, Lobao, Somahoz, Posajo o los diversos pueblos de San Felices, dispuestos a cruzar el viejo puente colgante que acortaba la distancia atravesando el Besaya por el disputado barrio de el Bardalón.
Todos llegaban para unirse a los vecinos en la celebración de las fiestas de San Juan, las fiestas de “Quijano”, puesto que era la fábrica (por antonomasia) la que corría con la organización y subvención de las fiestas.
El tiempo fue pasando. Y la fábrica dejó de ser “la fábrica” para convertirse en una empresa más entre las que iban surgiendo en Corrales. El viejo caballo blanco que recorría las calles recogiendo la basura fue sustituido por un flamante camión con aberturas laterales. El bueno de José Luis, “El Vasco”, se jubiló y su puesto lo ocuparon empleados municipales que no se esmeraban tanto en la limpieza de las cunetas (aún no había aceras, salvo en la zona de la Estación). Las fiestas salieron también del programa de actividades de la empresa, y de la Rasilla.
No obstante el listón estaba muy alto y hubo grupos de vecinos que siguieron organizando las fiestas de San Juan, aunque, por causas diversas, éstas fueron entrando en declive. En los años setenta del pasado siglo unas romerías cada vez menos concurridas intentaban seguir avivando los rescoldos de la antigua hoguera.
Murió Franco. Hubo elecciones y todos los vecinos pudieron expresar con claridad sus ideas, sin temor a la visita conminatoria de la Guardia Civil, aunque todavía se seguía controlando con detalle la actividad política del vecindario.
En Corrales había inquietudes. Unos las canalizaban a través de la militancia política, otros mediante la creación de revistas de vida efímera... Todos coincidían en “la ruta de los vinos” y en los actos de todo tipo que empezaban a proliferar.
A todos les unía el mismo anhelo: hacer vibrar el pueblo. Una vibración festiva, participativa, dinámica, que permitiera renacer una cultura adormecida o alejada de los ciudadanos hasta el momento.
Entre vaso y vaso, entre paseo y paseo, se intercambiaban ideas.
“Hay que recuperar las fiestas de San Juan”, decía uno, “Hay que despertar la cultura como instrumento para la libertad”, añadía otro, “Necesitamos una tertulia viva para poder expresar opiniones y lanzar sugerencias para el progreso del pueblo”, decía otro más, “¿Por qué no una asociación gastronómica, al estilo de las sociedades vascas?”.
“Vamos a unirnos para recuperar las fiestas, para despertar la cultura, para aportar sugerencias a nuestros ediles y para pasarlo bien con los amigos”, dijeron todos.
Así, en los locales de la antigua O.J.E. (Organización Juvenil Española) en La Pontanilla comenzamos a reunirnos en el otoño de 1980. Allí hacíamos propuestas para animar la fiesta: ¡Buenas orquestas!, atracciones, actuaciones, vaquillas, corridas de toros, pruebas deportivas, rallyes, actividades para los niños, homenajes a la tercera edad, ¿con reina y damas o sin ellas?, los fuegos artificiales que no falten, claro, ni la hoguera, ¡y pasacalles!, sí, con charangas.
¿Podremos con todo?, claro que sí. ¿Por qué no hacemos también una charanga?, pero... eso...¿cómo lo haremos...?
Ignacio se hizo con unas chufletas y comenzamos los ensayos. Tarareando canciones que escuchábamos en un viejo tocadiscos, desfilando por el viejo bar que aún presidía un retrato de José Antonio. Gele ponía toda su fuerza para soplar, Luis le daba al bombo, mientras Juanma repiqueteaba sus palillos en la piel del tambor. Manolo soplaba y los demás, tímidos aún, tarareábamos: “Si te ha pillao el toro...”
Después, en la barra de “la Pirenaica”, seguían los planes: “hace falta 800.000 pesetas para traer una plaza de toros portátil”, “hay que hacer una asociación para dar cobertura legal a las actividades...”, “¿Cómo la llamaremos...?”.
Será una sociedad cultural, deportiva, gastronómica y recreativa. “Mante” había leído “Peñas Arriba” y había seleccionado un fragmento que algunos habíamos pasado por alto, el del tío Tarumbo, el personaje perediano que vivía en una casa que se estaba cayendo día a día porque no tenía tiempo de arreglarla, ya que dedicaba todo su tiempo a ayudar a sus vecinos, que lo necesitaban más que él. “El Tarumbo”, no está mal, puede ser un buen nombre para lo que queremos; al fin y al cabo, lo que intentamos es ayudar a crear un ambiente nuevo en el pueblo, despertando el afán de participación y desterrando el “papanatismo”.
Ya estaba en marcha. Había que redactar los estatutos, lo haríamos rápidamente. Pero era necesario el visto bueno de la Guardia Civil para certificar la buena conducta de los promotores de la asociación. Aún había algún recelo y los papeles iban firmados por un comunista y un hedillista; los partidos eran legales, pero la situación política era lo suficientemente inestable como para permitir que un grupo de exaltados intentara dar un golpe de estado en febrero de 1981. Se pasó el trámite y la Peña “El Tarumbo”, la sociedad cultural, deportiva, gastronómica y recreativa Peña “El Tarumbo”, quedaba constituida legalmente. Ya podíamos echar a andar.
Y echamos a andar.
Conseguimos contar con un local bien situado, muy cercano al que hoy ocupamos, en la Avenida de la Condesa de las Forjas de Buelna, donde instalamos nuestra sede con muchísima ilusión y muy pocos medios, pero suficientes para poder empezar nuestras actividades.
Nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento. Solicitábamos su apoyo para que nos permitiera organizar las fiestas de San Juan. Fue difícil conseguirlo. Los recelos eran muchos, lógicamente (alguna experiencia de promoción festera había terminado con las cuentas poco claras muy cerca de nuestro pueblo) y las negociaciones fueron largas y costosas.
Nosotros solo pretendíamos un aval del Ayuntamiento para poder contratar y realizar las gestiones necesarias para poner en marcha un ambicioso programa de fiestas. Habría toros, vaquillas, pasacalles con charangas, fuegos artificiales, conciertos, romerías, verbenas, actividades variadas en las asociaciones del pueblo, actividades deportivas, homenaje a los mayores... pero no habría ni un duro del Ayuntamiento que, eso sí, nos permitía editar un libro de fiestas en el que podíamos incluir toda la publicidad que fuéramos capaces de recoger por la comarca. Esa sería nuestra inicial fuente de financiación, esa y un aval bancario suscrito por los socios fundadores de la Peña por si las cosas no iban como estaba previsto. Así que nos pusimos a confeccionar el programa. Visitamos, uno a uno, todos los establecimientos comerciales del valle de Buelna y alrededores (bares, tiendas, garajes, fábricas, tiendas de deportes, librerías, heladerías, panaderías, clubs, bancos, cajas de ahorro...), todos recibieron nuestra visita ofreciendo un hueco en el programa a cambio de una aportación simbólica.
Las gestiones con los empresarios taurinos iban bien. Los feriantes se entendían con el concejal de turno con más o menos éxito, algunas asociaciones veían con recelo nuestra aparición en el mundo de los promotores de fiestas, pero no pasó nada. El Ayuntamiento no nos dio ni una peseta. Nos arriesgamos y salimos adelante.
En una de las charlas vespertinas, en “La Garita”, pensamos en la posibilidad de confeccionar un muñeco, como hacían en varias localidades del vecino País Vasco y de la Rioja, que representara todo lo negativo del año pasado: la envidia, el rencor, la maledicencia, la estupidez, el papanatismo... este muñeco podía llamarse tío Juanón y se podría colgar en lo alto del Ayuntamiento el día en que se iniciaran las fiestas con un chupinazo, a lo San Fermín, quemándolo el último día, entre los lamentos de los participantes por el fin de unas jornadas inolvidables, simbolizando así el fin de esa negatividad.
Ese fue el origen del tío Juanón, y no otro. El primer muñeco se hizo con unos viejos pantalones y una camisa que estaba colgada en un rincón del garaje de nuestra vieja casa. Sin presupuesto alguno, con los medios a nuestro alcance, Manolo fue, como siguió siendo durante varios años, el autor de los distintos Juanones, hasta que se optó por encargar a una empresa la confección del “ancestral muñeco”.
Las fechas volaban, no corrían, y los camiones con la plaza de toros portátil llegaron al prado elegido para su instalación (tras largas discusiones se consiguió el permiso para instalar la plaza y las atracciones en el prado anejo a la antigua casa de Segundo Polanco, frente al Atom 2000 y a la vieja gasolinera.
Allí estaban todos los miembros de la Peña, dispuestos a trabajar para montar la plaza, según las instrucciones de su dueño. Y se montó.
Las vaquillas estaban encargadas. Los artistas contratados. Todo estaba preparado. Teníamos los permisos pertinentes: los de la Seguridad Social del director de lidia, las autorizaciones gubernativas, las ambulancias contactadas... Solo nos faltaba contar con el tiempo.
Mientras tanto, desde diciembre, la charanga había ido tomando forma. Se habían visitado a otras charangas de la región y se habían elaborado los instrumentos: chufletas incrustadas en estructuras de latón que permitían aumentar el sonido aparentando ser bombardinos, trombones, trompetas o saxofones. Se habían comprado un bombo y unos platillos y seguíamos con el tambor. Las canciones sonaban y el repertorio era lo suficientemente amplio como para poder hacer un pasacalles de una hora sin problemas.
La pancarta se hallaba diseñada. Los trajes estaban cortados. La fiesta había llegado.
El trabajo fue enorme, la responsabilidad tremenda, la ilusión ... toda.
Hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes de todas las edades volvieron a ocupar las calles de nuestro pueblo. El campo de las fiestas estaba lleno a rebosar, las cafeterías y los bares agotaban sus existencias. La plaza de toros tenía que controlarse para evitar un exceso de entrada, siendo muchos los que se quedaban fuera sin poder asistir a las sueltas de vaquillas, pese a tener una capacidad para 3000 personas.
Las fiestas fueron un éxito, en todos los aspectos, incluso en el económico, puesto que obtuvimos un superávit que fue ofrecido al Ayuntamiento para la creación de un fondo de fiestas y actividades culturales.
La Peña había despegado y se mantenía en el aire... Empezaron a organizarse actividades de todo tipo: semanas de cine infantil, ciclos de conferencias en la recientemente habilitada Casa de Cultura, concursos de dibujo, jornadas de convivencia abiertas a todo el vecindario, la Magosta... y se iban preparando las fiestas del próximo año.
El número de socios iba creciendo; el local se quedaba pequeño y se empezó a pensar en uno de mayor capacidad. Para ayudar económicamente comenzó una recogida de vidrio por todo Corrales. La charanga tuvo parte importante en este apartado pues empezó a recibir llamadas para participar en las diferentes fiestas de Cantabria y de otras regiones, llamadas a las que acudía y recibía por ello alguna compensación económica que iba a engrosar las arcas de la Peña.
Las actividades fueron continuas durante años. Pero..., los duendes que nunca descansan para desunir sembraron su semilla entre algunos de nuestros vecinos. Comenzaron las habladurías, las “envidiucas”... La Peña, que no había recibido subvención alguna para desarrollar sus actividades a lo largo del año,” recibía” solamente como ayuda del Ayuntamiento lo que fuera capaz de recaudar por sí misma mediante la confección del programa de fiestas de San Juan. Esto le parecía inadmisible a algunos “dirigentes” de asociaciones que, entonces, recibían subvención para todas sus actividades: el trabajo desinteresado de los socios de la Peña “El Tarumbo” permitía obtener una cantidad digna, insuficiente aún para la inversión que la Peña realizaba, pero que avalaba el inicio de la fiesta. Durante años arriesgamos nuestros fondos para la realización de la fiesta, si bien es cierto, que con éxito generalmente, salvo aquél San Juan lluvioso en que los caballos de rejoneo bailaban solos en la plaza, con apenas cien personas en las gradas y el calor del lema acuñado en el momento “¡Aunque se moje, el Tarumbo no se encoge!”.
Así ha seguido siendo. Los objetivos que nos propusimos en aquel grupo inicial se han cumplido: En Corrales hay fiestas, no solo la de San Juan, sino también la esplendorosa de las Guerras Cántabras, con un movimiento asociativo fuerte y vivo, con vecinos dispuestos a participar tanto en sus fiestas como en su vida diaria. El pueblo ha recuperado el orgullo y la alegría de sus fiestas. El Tarumbo sigue ahí, pero ya no está solo, hay asociaciones de todo tipo que prosiguen su andadura. Es la hora de aunar esfuerzos y continuar por este camino, que no vuelva a ser necesario “refundar” una peña o una asociación con los mismos objetivos, porque éstos están ya alcanzados.
Antonio J. Santos Polanco. (Artículo publicado en las fiestas de San Juan del 2005)
Fuente: El Tarumbo

sábado, 12 de abril de 2014

CERCA DE TI SEÑOR

Quisiera hablar un poco sobre la historia de este hermoso y popular himno que nos ha enviado Paco. Fue el himno favorito del tercer presidente de los Estados Unidos, William McKinley.
Se registra que durante el hundimiento del Titanic, sus músicos tocaron este himno.
Fue escrito por la inglesa Sarah Flower Adams (1805-1848).
¿Qué motivó la escritura de nuestro cántico?
El pastor de Sarah quiso preparar un nuevo himnario y procuró la ayuda tanto de ella como de su hermana Elizabeth basado en el texto que predicaría el domingo siguiente. Ambas aceptaron el reto gustosamente.
"El himno está basado en Génesis 28:11-17. Cuando Jacob huye de Esaú, sueña con una escalera que llega hasta el cielo. Sarah Flower Adams expresó en su himno la verdad de que aun en los problemas y en oscuridad, podemos ser levantados más cerca de Dios" (Great Christian Hymn Writers, p. 14).
Se cantó por primera vez en 1840, y todavía sirve de expresión al anhelo de todo creyente de cultivar la comunión con Dios. Elizabeth Flower murió de tuberculosis en 1847; su hermana Sarah contrajo la enfermedad unos 20 meses después y murió el 11 de agosto de 1848.

LETRA
Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar;
tu grande eterno amor quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón;
hazme tu rostro ver en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está,
por esta vida voy buscando paz.
Mas sólo Tú, Señor, la paz me puedes dar,
cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.

Pasos inciertos doy, el sol se va;
mas, si contigo estoy, no temo ya.
Himnos de gratitud alegre cantaré,
y fiel a Ti, Señor, siempre seré.

Día feliz veré creyendo en Ti,
en que yo habitaré cerca de Ti.
Mi voz alabará tu santo Nombre allí,
y mi alma gozará cerca de ti.

viernes, 14 de marzo de 2014

AUSCHWITZ - POEMA DE LEÓN FELIPE (EN LA VOZ DE PACO MORAL)


 
Toño y Pey nos proponen este poema. Para que puedas seguirlo mientras lo recita Paco Moral, te facilito el texto, con el deseo de que nunca más se produzca acontecimientos como los que se produjeron en Auschwitz:
(A todos los judíos del mundo, mis amigos, mis hermanos)
Esos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud…
Que hablen más bajo…
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín…
¡Oh, el gran virtuoso!…
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres…
Y solo.
¡Solo!
Aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante… tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, “gran cicerone”)
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue un aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa… otra cosa…
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú… no tienes imaginación,
acuérdate que en tu “Infierno”
no hay un niño siquiera…
Y ese que ves ahí…
Está solo
¡Solo! Sin cicerone…
Esperando que se abran las puertas del infierno
que tú ¡pobre florentino!
No pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa… ¿cómo te diré?
¡Mira! Este lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me habéis entendido, poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud…
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo!…¡Chist!…
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista…
Y he tocado en el infierno muchas veces…
Pero ahora aquí…
Rompo mi violín… y me callo.

viernes, 24 de enero de 2014

EL BUENO, EL FEO Y EL MALO


 
¿Alguna vez te has preguntado cómo se compuso la música para "El bueno, el malo y el feo" (Con Clint Eastwood)? Vale la pena ver este vídeo que nos manda Roberto y nos explica cómo se hizo, después de tantos años. Dale volumen y disfrútalo. Y para los que sufren de nostalgia de los años 60, ésta es la respuesta a cómo se hizo esta magnífica canción.
Sinopsis:
Los protagonistas son tres cazadores de recompensas que buscan un tesoro que ninguno de ellos puede encontrar sin la ayuda de los otros dos. Así que los tres colaboran entre sí, al menos en apariencia, pero al final intentarán eliminarse mutuamente.
Fuente: FILMAFFINITY)