viernes, 8 de octubre de 2010

CARTA A UNA MADRE AUSENTE

Elvira y su adorado hermano Mariano, que tiene síndrome de Dawn, nos mandan esta enternecedora carta dirigida a su madre ausente, que dice así:
Viejuca mía, ¿recuerdas?, hace dos años estábamos charlando juntas en el sofá, Mariano ya estaba durmiendo y era ese momento tuyo y mío, en el que hablábamos, veíamos la televisión y te pedía que me rascases la espalda, jamás se lo he pedido a nadie más, porque nadie tiene la ternura y suavidad de tus manos, casi no recuerdo nada de esta noche y eso me desespera, pero estábamos tranquilas y felices; ahora eras tan feliz mi mamita, tenias la casa que siempre te mereciste, llevabas la vida tranquila que a lo largo de los años de trabajo, sufrimiento y lucha te habías ganado, con 73 años yo pensaba cuantos años nos quedaban por delante para no separarnos ya nunca más, disfrutar de los paseos, de los pequeños viajes por estas zonas, disfrutabas de las horas de claridad. Salías por la calle y parecía que el arco iris te acompañaba, ibas repartiendo sonrisas a todo el mundo y no imaginas todo el cariño que sembraste mamita.
La noche pasaba dulcemente, veíamos la tele, sin sospechar que la muerte envidiosa de nuestra paz, de la unión infinita como pocas veces se dan entre una madre y una hija estaba a punto de aparecer, y cuando más tranquilas estábamos te me dormiste en los brazos, te acune mientras llegaba la ambulancia y veía desaparecer la sangre de tus venas, a tu lado ya estaba la maleta preparada para ese viaje que comenzabas y en el que se que te hubiese gustado que te acompañase, aunque más me hubiese gustado acompañarte a mi, en la maleta llevabas 73 años de lucha, de amor repartido a propios y extraños, llevabas el corazón de tus hijos, el agradecimiento por haber sido una madre como pocas, me hubiese gustado tener tiempo de haberte metido en ella aún más besos y caricias, haberte vuelto a pedir perdón por lo que no hice bien pero la maleta se cerraba y yo la precintaba acariciándote, diciéndote esas irrepetibles palabras que solo amorosamente se dicen a una madre, te acompañaba hasta la puerta de ese tren que te alejaba de mi para siempre. Pero mamita, no te preocupes, necesitabas descansar, ya habías sufrido demasiado, tanto bien que hiciste y la vida no te correspondió como merecías, pero tú siempre encontrabas disculpas a todo y a todos, con tu Fe inquebrantable, cogiste la mano de nuestra Virgencita del Carmen y te me fuiste. Sabes mamá odio el tiempo que pasa porque me desdibuja momentos, me borra tu tono de voz; pero nunca he llorado tu muerte mamá porque me dejaste dos cosas, me dejaste llena de ti, y me diste lo que más amabas a tu hijo mi hermano Mariano, por eso no puedo llorarte, solo decirte gracias mamá, y recuerda guardar tus caricias, ya me debes dos años de ellas, y tus besos y esa sonrisa con la que siempre me recibías, esa sonrisa que encontraré cuando El considere que tengo que irme a tu lado, ese día no le temo mamá, porque os encontraré a papá, a ti y a Mariano que tiene la suerte de que Dios se lo va llevando poco a poco contigo, cuando se vaya se me romperá el alma pero se que tú ya le echas en falta, tanto como él a ti. Y después ya solo queda esperar a que tu deseo de estar con tu hija apiade al Padre y me permita irme a vuestro lado.
Entre tanto mamina, cuídate mucho, se que donde estés estarás esparciendo esa dulzura tan tuya que hace feliz a todo el que te rodea. Tengo que dar gracias a la vida y a Dios por la madre que tuve y tengo dentro de mí.
Mamina, estés en donde estés espérame, y perdona los errores que sigo cometiendo, tú me conoces mejor que nadie en esta vida y se que me perdonas.
Hasta pronto mamá, que la Virgen del Carmen te haga saber siempre que tu hija te quiere cada día más. Que Mariano está bien mamita, por eso no te preocupes, solo se feliz con papá y esperarnos, llegará el día en que estaremos juntos de nuevo y volveré a tocar tus manos que es lo que echo en falta como no imaginas.
Te queremos mamá.
Tus hijos Elvira y Mariano.

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