José María Archaga, natural de Briviesca (Burgos), fue destinado a Los Corrales en 1963. Provenía de La Salle de San Sebastián, que era donde había terminado sus estudios y donde había tomado contacto con el Salleko, un equipo que le hizo ilusionarse con este deporte.
Cuando llegó para llevar a efecto su labor pedagógica comenzó a fraguar la idea de crear un equipo de balonmano. Pasó algún tiempo hasta que la materializó formando un equipo juvenil.
El proceso de selección se llevó a cabo durante la clase de gimnasia de aquellos alumnos del colegio La Salle que, por su edad, estaban encuadrados dentro de la categoría en la que pretendía hacer el equipo. Para ello les explicó las reglas básicas, y formó varios grupos para que se enfrentasen entre ellos. Durante estos enfrentamientos fue ojeando a los que podrían serle útiles para confeccionar el equipo que tenía en mente. De aquí salió un grupo, a los que mandó volver posteriormente, para realizar una nueva selección, que resultase competitiva, sin perder de vista que se trataba de un equipo de un colegio religioso, donde deben priorizar además de las cualidades deportivas otras de tipo educativo, que permitiese a los participantes crecer como personas, aprender y poner en práctica valores tan necesarios para la vida misma, como la deportividad, el compañerismo, el trabajo en equipo, el esfuerzo, la amistad y el respeto al compañero.
Así, en la temporada 1964/65, nació aquel primer equipo al que José María Archaga supo impregnar de una concepción moderna del balonmano y que no solamente no encontró rivales, en esa su primera andadura, sino que quedó Campeón Regional Juvenil, consiguiendo ser la revelación del campeonato.
Este primer equipo lo formaban: (De pie, de izquierda a derecha): Ignacio San Juan, Chema Ruiz Cosgaya, Ángel Ceballos (Lillo), Manuel Ortiz, José Manuel Carreras (Choli), Enrique Díaz y Pedro Rebolledo.
(Agachados): Francisco Rivero, Carlos González, José Pérez, Guillermo Obregón (Chupi) y Gumersindo Vicario.
Se creó también un logotipo que encabezaba los carteles anunciadores de los partidos, con la figura de un jugador en posición de lanzamiento y una enigmática inscripción en clave junto a la imagen, que hacía alusión a los componentes de dicho equipo, que decía así:
ORCHECHOEN: (ORtiz, CHEma, CHOli, ENrique)
PESANVIRE: (PErez, SAN Juan, VIcario, REbolledo)
RICARLIGUI: (RIvero, CARlos, LIllo, GUIlle)
Varias fueron las causas del enorme éxito del balonmano: A la presencia de un gran equipo de jugadores, tales como los míticos Enrique Díaz, Manuel Ortiz, Pedro Rebolledo, Jacinto Bringas, Chema Ruiz Cosgaya, Miguel Ángel Lamas, Joaquín Espinosa, Guillermo Obregón, los hermanos Bustamante, Manuel y Ricardo, Antonio Fuentes, así como Villegas, Rivero, Carreras, Salomón Cuadrado, Ángel Ceballos, Mariano Bueno, Manuel Manrique, Manuel Gutiérrez (Manolito), Pipe San Juan, Serra, Carlos Gómez de Dios, Valentín Fernández, Elías Pérez, Roberto Rueda, Saturnino Pérez (Nino), Juan Sánchez, Somoza, Javi Revuelta, Gabriel Vela, Constantino Calleja, Julio de Miguel, Varela, Oria, San Pedro, Valentín Pérez, Félix Clemente, Teodo Iglesias, que recuerde ahora sobre la marcha, por ser más o menos de mi época, se unió el que, como se ha podido apreciar, se trataba de un equipo de cantera en el más amplio sentido de la palabra. Si a esto le sumamos el muchas veces determinante factor público, tenemos el éxito casi garantizado. Este factor afición estaba asegurado ya que los partidos se jugaban a las 12:45 horas de los domingos y este dato que pudiera no tener mucha importancia o pasar desapercibido, era de gran transcendencia ya que coincidía con la salida de misa de 12, y como la iglesia se encuentra a escasos metros de la cancha del colegio de La Salle, la mayoría de las personas, según salían de misa se dirigían a ver el encuentro de balonmano, con la seguridad de que iba a disfrutar de un espectáculo ofrecido por chicos del pueblo, a los que conocían de siempre, además de forma totalmente gratuita. Era fácil que a estos partidos asistiese cerca de un millar de personas, pudiendo duplicarse el aforo en partidos de gran transcendencia. Ni las inclemencias meteorológicas (se jugaba a la intemperie) conseguían desanimar a sus fieles seguidores.
Cabe añadir que el público ejercía un gran poder sobre los jugadores y, por qué no decirlo, sobre los árbitros ya que en aquellos tiempos, no había gradas sino que la afición se situaba alrededor del campo, separados de los jugadores por un rústico cordel que bordeaba el mismo. Este iba sujetado por unas estacas metálicas con un aro en la parte superior, que era por donde se pasaba el cordel, que se colocaban antes de cada partido y se retiraban después. Esta sencilla protección era suficiente, aunque en una ocasión no pudo impedir la invasión de los espectadores. Sucedió en un partido contra el CAU y no se sabe muy bien si motivado por alguna decisión arbitral o por la crispación social que se vivía por aquel momento, derivada de la situación laboral de alguna empresa del valle, el caso es que las fuerzas del orden público, presentes en el campo, se vieron en la obligación de restituir el orden, aunque fuese a costa de perder, en el fragor de su cometido, algún que otro tricornio.
Caló de tal forma este deporte que en aquellos tiempos, eran varios los miembros de una misma familia los que lo practicaban, llegando incluso a coincidir a veces juntos en el equipo. Una de la saga con más miembros que han practicado este deporte son los hermanos Pérez García, ya que jugaron juntos Elías y Juanjo, continuando la saga su hermano Fermín. Otros fueron los míticos hermanos Bustamante (Cardín y Lolo), que practicaron infinidad de deportes (atletismo, baloncesto, fútbol y balonmano) siempre con gran éxito. Destaca también la saga de los Perales (Nano y su primo José), o los también hermanos Villegas (José Miguel e Ignacio), los Espinosa (Joaquín y Francisco), los Pila (Andrés y Severino), los Fernández (Fernando y Manuel), los Herrera (Andrés y Vicente), los Obregón (Guillermo y José Francisco), a los que cariñosamente se los conocía como “Chupi”, los Cuadrado (Salomón y Santiago) o los San Juan (Ignacio y Javier), ambos porteros, o sus primos los Salas (José y Benjamín). Si bien, como es comprensible, hago solamente referencia a los que conformaban los equipos en su época inicial, porque posteriormente ha habido un largo etcétera de familiares que se han ido sucediendo generacionalmente, a lo largo de estos cincuenta años, que sería imposible nombrarlos a todos, ya que en esa relación pueden figurar perfectamente padres, hijos y posiblemente hasta nietos.
La temporada 64-65 consiguieron quedar, con todo merecimiento, campeones regionales juveniles, al vencer en la final al Calasanz de Santander.
El partido se jugó en la antigua plaza de José Antonio (ahora Plaza Pombo) que registró una espléndida entrada. Se fraguó en un magnífico primer tiempo, que acabó con el resultado de 11 a 2 a favor de los nuestros. En la segunda parte reaccionaron los contarios, llegando a ponerse a 4 goles de distancia (15-11), pero los nuestros aseguraron la victoria, acabando 19-13.
Por el La Salle Buelna jugaron: Rebolledo, Ruiz Cosgaya (2), Díaz (7), Ceballos, Carrera (4), Lamas (4), Rivero, Vicario, Obregón (2), Pérez y San Juan Entre los asistentes, el comentario más generalizado, después de ver la exhibición de juego era que el equipo había quedado campeón con todos los merecimientos, causando los chavales una magnífica impresión, especialmente por su preparación física. Dice la crónica de este partido que daba gusto ver a los jugadores corraliegos sobre el campo, especialmente a los artilleros del equipo, entre los que destacaban a Díaz y Lamas. Tampoco podían dar crédito a que ninguno de los jugadores de la plantilla campeona figurase en la selección cántabra.
La sección de balonmano logró en tan sólo tres años ser el más importante club en Cantabria, ascendiendo de categoría Regional a Primera Nacional (por entonces la segunda categoría del balonmano español, por detrás de la División de Honor).
El auge era tal que aprovechando la cantidad y calidad de los muchos jugadores, nacieron equipos en otros municipios, que se surtían de la cuantiosa cantera del colegio de La Salle. La Peña Gedio de Somahoz, llegó a tener un equipo juvenil y otro en la categoría regional.
En San Felices se construyó una magnífica cancha de balonmano, situada en Rivero, en el mismo centro del pueblo, que en su inauguración, por las fiestas patronales de San Félix, tuvo como primeros contendientes a La Salle Buelna y una Selección Cántabra, finalizando el encuentro con empate a 13 goles. El encuentro resultó muy competido, dejando satisfechos a la gran cantidad de aficionados que presenciaron el mismo.
Las a lineaciones fueron:
La Salle Buelna: Rebolledo, Díaz (4), Lamas (4), Espinosa (1), Cosgaya (1), Ortiz (3), Obregón, Calleja, Ceballos y Bringas
Selección Cántabra: Revilla, Casado (1), Toca (2), Emilio, Paulino (2), Rivera (2), Rojí (2), Haya (2) y Serrano (1).
En el año 1968, la cantera bolonmanística de La Salle era tan numerosa, que por mediación de Joaquín Fernández y su hermano Pepe, crearon en San Felices un equipo de balonmano en categoría juvenil, con los jugadores que sobraban en La Salle.
El equipo se inició en segunda juvenil. Al igual que en Corrales, los partidos se jugaban los domingos después de misa y el gentío que se agolpaba en el campo de Rivero daba una imagen jamás vista en San Felices.
Este equipo contó también la colaboración del Ayuntamiento para afrontar este reto. Como anécdota recordamos que el árbitro venía de Santander en tren hasta Los Corrales y había que ir a buscarlo a la estación, para trasladarle a San Felices, tarea de la que se encargaba el propio Quinin, aprovechando el viaje para ir poniendo al colegiado en antecedentes.
Con chavales de Los Corrales y algunas nuevas incorporaciones del propio San Felices consiguieron excelentes resultados, llegando a ser en la temporada siguiente subcampeones de la Copa Cantabria, en la Plaza de José Antonio, ante el Dosa, que era el segundo equipo de los Salesianos.
Tal fue el éxito, que la siguiente temporada organizaron también un equipo de infantiles con chavales del pueblo.
Infantil San Felices
De pie: Joaquín Fernández (Quinín), Marcelino Barquín (Ninín), Juan Alberto Portilla, Pedro Rasilla, Serna, Zornoza, José Galuza
Agachados: Somoza, Joaquín Cabrero, Ezequiel Ceballo , José Manuel Prado.
Al año siguiente, tras fichar Quinin como entrenador del equipo de Primera División del La Salle Buelna, dejó la dirección del conjunto en manos de Santi Oria, que había sido jugador y que continuó con dicho equipo varios años más.
Juveniles San Felices
De pie: Joaquín Fernández (Quinín), Jesús Rivas, Santiago González Oria, Vicente Serra, José Felipe San Juan y Paulino Laguillo
Agachados: Manuel Fernández, César Laguillo, Pedro Costa, Serna, José Ignacio Marcano y Marcelino Barquín (Ninín.
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También supo José María rodearse de un equipo de colaboradores como los hermanos de La Salle Pedro y Marino y cuando el equipo tuvo que hacer grandes viajes que le dificultaban el compaginar la dirección del mismo con su misión docente, supo dejarle en manos de otros entrenadores entre los que, en distintas etapas, podemos citar a Joaquín Fernández, Jovino Gutiérrez, Enrique Pedregal, Felipe Callejo, Isaac Ruiz, Fito Collantes o los ya retirados jugadores Manrique, Jacinto Bringas, Canal o Salomón Cuadrado.
Asimismo dejaron su huella en el equipo los distintos delegados, entre los que recordamos a Félix Sañudo, Bernardo Urreta, Honorio Lamadrid, Diego Saiz, Casimiro García, Ricardo Velasco, Manuel Nemesio o Basilio Martínez.
La Salle Buelna - Campeón de 2ª Territorial y Copa Federación Española Senior
De pie: Pedro Rebolledo, Chema Ruiz Cosgaya, Miguel Ángel Lamas, Manuel Ortiz, Ángel Ceballos, José Manuel Fernández (Mateo) y Ricardo Bustamante.
Agachados: Paco Rivero, Joaqui Espinosa, Guillermo Obregón, Manuel Gtrrez. (Manolito) y Enrique Díaz.
En la temporada 1966-67 se logró el campeonato de Primera División, ganando la fase provincial de la Copa del Generalísimo, al vencer en la final al Sin Fin, en la mítica Plaza de José Antonio, ahora Plaza Pombo, en un partido que resultó emocionante por las alternativas en el marcador. En el primer tiempo el Sin Fin se adelantó con 4 goles en el marcador, para llegar al descanso con una renta de dos (6-4), pero a falta de diez minutos La Salle Buelna consiguió adelantarlos en plan campeón, terminando el partido con la victoria por 14-10. Destacaron la capacidad artillera de Enrique Díaz y Ricardo Bustamante, que fueron piezas fundamentales para obtener la victoria, junto con su portero Pedro Rebolledo.
Con esta victoria La Salle Buelna representó al balonmano cántabro por su condición de campeón provincial, en la fase nacional.
La alineación de La Salle Buelna en aquella ocasión fue: Rebolledo, Enrique Díaz (4, 1 de penalti), Ceballos, Obregón, Espinosa, Ricardo Bustamante (4), Rivero, Ortiz (2), Lamas (2) y Ruiz Cosgaya (1)
Wintertur
Igualmente, en el año 1968, se llegó a celebrar un partido internacional amistoso contra el equipo suizo Winterthur, que estaba de gira por España y que iba a participar en un torneo cuadrangular en Santander.
El partido respondió a la espectación que había despertado, por ser el primer encuentro de carácter internacional que se iba a disputar en Los Corrales. Hubo mucha emoción y buen juego, destacando la solidez defensiva del equipo suizo. Ambos contendientes se emplearon a fondo y buscaron afanosamente el triunfo, pero al final se produjo un equitativo empate a 9 goles.
Terminado el encuentro el alcalde de Los Corrales de Buelna, don Fernando Senach, que presenció el partido junto al presidente de la Federación Cántabra don Antonio de la Cruz, hizo entrega del trofeo donado por el Ayuntamiento al capitán del conjunto suizo.
Alineación de La Salle Buelna: Rebolledo, E. Díaz (4, 1 de penalti), Lamas (3), Ruiz Cosgaya (1), Espinosa (1), Villegas, Obregón, J. Díaz, Rivero y Carrera.
Otro partido internacional disputado en aquellos tiempos tuvo lugar contra el Coímbra, al que pertenece esta imagen superior.
Equipo Infantil Campeón de Cantabria
De pie: Rober, Rafa, Valentín, Herrero, Falagan, Javi Revuelta y Hermano Pedro.
Agachados: Julio, Samuel, Elías Pérez, Arturo Medela y López Barrera.
La gran labor de cantera hizo que en la temporada 1970/71, nuestro equipo Infantil quedase Campeón de Cantabria, ganándose el derecho a disputar la fase de sector. Esta se celebró a doble partido, contra San Salvador del Valle (Vizcaya). En el partido de ida se perdió por un contundente 16-5, que en teoría concedía pocas probabilidades a los nuestros, pero en el partido de vuelta, celebrado en el colegio de La Salle, el equipo supo estar a la altura de las circunstancias, imponiéndose por 15-2. Cabe reseñar que en este partido no habíamos encajado ningún gol hasta bien avanzado el mismo, pero la mala fortuna quiso que nuestro guardameta Roberto Rueda, se lesionase la muñeca producto de un lance fortuito. Tuvo que continuar compitiendo ya que no había portero suplente, siendo este el motivo por el que al final del mismo acabó encajando los dos únicos goles que le infringió el equipo adversario. La lesión en cuestión se comprobó posteriormente que era una fractura. A continuación de este choque se tenía que jugar el de Copa del Generalísimo entre La Salle Authi y el Picadero de Barcelona, uno de los equipos con una de las mejores canteras de España por aquellas fechas, que terminó con un empate a 19, que contemplaron absortos el juego de los chavales, haciendo comentarios elogiosos sobre la cantera que teníamos nosotros.
NMQ Campeonato Empresas año 1966
De pie: Ricardo Bustamante, Maso, Antonio Gómez (Ramallets el del Ontaneda), Hno. Agustín, Antonio Fuentes, José Antonio Gómez, Fernando Haya y Manuel Rivas.
Agachados: Javier San Juan, Julio de Miguel, Ignacio Villegas, Salomón Cuadrado y Benjamín Salas con un joven seguidor no identificado.
También se participó con éxito en el Campeonato por Empresas, acudiendo a disputar la fase final a Valencia, donde perdieron la final contra el Marcol.
NMQ Campeonato Empresas año 1967
De pie: Ricardo Bustamante, Rivas, José Antonio Gómez, Enrique Díaz, Fernando Haya, Chema Ruiz Cosgaya y Maso.
Agachados: Benjamín Salas, Javier San Juan, Salomón Cuadrado, Jacinto Bringas, Julio de Miguel y José Mª Árchaga (Hno. Agustín).
Pero las dificultades no se hicieron esperar y cundió el desánimo, fomentado por diferencias con las organizaciones regionales que dificultaban en parte el éxito de nuestros equipos, llevándolos a perder injustamente varias finales, al celebrarse sistemáticamente a un solo partido, siempre en Santander, a pesar de que el otro finalista fuese un equipo de la capital, jugando así con la ventaja de tener siempre el factor campo a su favor.
El Hno. Agustín trasladó su malestar en forma de renuncia a seguir al frente de esta actividad, ante la Asamblea de Antiguos Alumnos, que le animaron a que continuara con su meritoria labor. Tras ver el respaldo de este estamento, reconsideró su postura y prosiguió su andadura de impulsar el balonmano, a pesar de los obstáculos.
No acabaron ahí los problemas ya que las dificultades económicas de la factoría Nueva Montaña Quijano, empresa que había financiado al club desde su comienzo, hizo que cesase en su patrocinio. Este contratiempo hizo que la Asociación de Antiguos Alumnos, ante la imposibilidad de financiar al equipo, renunciase en 1971, a jugar en Primera División.
Con el fin de no perder la oportunidad de seguir contando con el equipo en esta categoría nacional, se trató de buscar un nuevo patrocinador, que para satisfacción de todos se encontraba también en el pueblo, ya que se trataba de la fábrica de componentes para automóviles AUTHI, que se hizo cargo del equipo, por lo que a partir de la temporada 1971-72 pasó a denominarse LA SALLE-AUTHI.
La Salle Authi
De pie: Pedro Ruiz, José Antonio Revilla, Manuel Ortiz, José Luis Gutiérrez (Guti), Miguel Ángel Lamas, Pedro Bárcena y Enrique Díaz.
Agachados: Fernando Haya, Miguel Ángel Rico, Salomón Cuadrado, el niño Juanma Chiva, Jacinto Bringas y Pedro Rebolledo.
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