Capítulo III
El Garaje de “Nany”, Centro Social Motero
Y un día de primavera ya casi mediada la década de “los sesenta”, Nany (ya recuperado para nuestro relato) regresó de la Mili. El tren procedente de Madrid, con su característico soniquete al acercarse a la Estación, depositó a nuestro recién licenciado soldado a pie de andén. Nada más tocar suelo corraliego en la Estación de la RENFE de la Rasilla, coincidió que su cliente y amigo Don Guillermo (que iba hacia la Farmacia de “Fafa” a por algún medicamento, de los que el cura repartía entre la gente más necesitada) se dio de bruces con él. El cura y el licenciado se abrazaron efusivamente, al tiempo que otros conocidos de ambos, que se habían percatado de la llegada de Nany, se sumaron a los saludos y a las muestras de alegría, preceptivas estas en los recibimientos a los buenos amigos.
Durante el trayecto desde la Estación a la casa paterna de La Aldea, Nany quedó gratamente sorprendido del notable aumento del parque motero del Valle. Habían sido casi dos años fuera del pueblo, durante los cuales el progreso económico había propiciado un notable aumento del parque motero y automovilístico… ¡Amigos, hablamos de la histórica eclosión económica de los años 60, que marcaron época en Los Corrales de Buelna y su entorno socio-económico!
El regreso de Nany, además de celebrado por la familia, amigos y “novietas”, significó un gran alivio para Jesús Cossío, quien a la sazón estaba en exceso agobiado. La gran carga de trabajo que para él suponía El Garaje, el Taxi y su jornada diaria en el Taller Electro-Mecánico de Grúas de la Fábrica de La Aldea (importante Trefilería de NMQSA) añadido a que Jesús ya no era un chaval, le obligaban a tomar una muy pensada e importante decisión… Así que Jesús Cossío ya podía materializar sus planes, aletargados durante la militar ausencia de Nany…
… Fue en el verano de 1965 cuando se gestionó y oficializó la venta del “Garaje Cossío” a Nany. Tanto Jesús Cossío como Julio Campuzano (padre de Nany) facilitaron sobremanera tal traspaso, ya que Jesús no quería “su Garaje” para otro que no fuera Nany y Julio deseaba fervientemente satisfacer la ilusión que vivía en Nany desde su adolescencia: ser propietario de su industria mecánica “Talleres Nany”. Y así fue como bautizó Nany a su recién estrenado negocio, dado que la actividad del Taller ya no se limitaba a bicicletas y motos, sino que se amplió a la reparación y venta de automóviles y cualquiera de los vehículos a motor de la época.
Una vez el Garaje de Cossío (ahora “Talleres Nany, como ya hemos mencionado) en manos de Nany y su plantilla de profesionales, las actividades del negocio se reorganizaron con el objeto de atender, de manera rápida y eficaz, a la numerosa clientela que día a día iba creciendo. Tarea ella que acometió Nany con diligencia y eficiencia, lo cual redundó en un notable incremento de la carga de trabajo. El taller de Nany abría muy de mañana y cerraba muy de tarde-noche. Jamás un cliente que necesitara con urgencia su medio de locomoción a intempestivas horas, quedó sin ser atendido por Severiano en tiempo, calidad y justo precio.
Ya bien pasada la mitad de la década de los 60, llegó un momento en que la “industria” de nuestro Nany era algo más que un taller de reparación de vehículos a motor. El taller de Nany era el centro de reunión, por excelencia, de las “gentes del Deporte del Motor” en el Valle de Buelna y aledaños. Allí acudían todos los propietarios y aficionados a las motos, tanto como clientes como tertulianos, dadas las facilidades que Nany daba para propiciar, en los descansos de su actividad profesional, discusiones sobre rallys, motos, motores y demás temas relacionados con la afición que todos compartían. Y esto era debido a que Nany competía en los habituales circuitos moteros de la época, tanto en velocidad como en Moto-Cross o en el incipiente Trial. Aunque bien, es cierto que su carrera como piloto de la “Moto GP”, de entonces, quedó truncada cuando su padre se enteró de lo peligroso de esta actividad… a raíz de la muerte de un famoso piloto en el Circuito del Sardinero (Santander), clausurado desde entonces por tal accidente.
Aunque lo reiteraré a lo largo de mi relato, es de justicia remarcar, en lo que respecta a esta humilde VeloSolex que esto les narra, que Nany, una vez ya bien involucrado al cien por cien en sus motos de gran cilindrada y automóviles en general, dejó en manos de sus “subalternos” (ya bien cualificados para la tarea ) el cuidado de los ciclomotores de “baja Gama”, entre los que nos encontrábamos las utilitarias pero poco importantes VeloSolex… Y como ello afectó a la peculiar y especial clientela del “solamente quiero que Nany toque mi VeloSolex” los “subalternos” hubieron de ganarse la confianza del cliente… a base de buen hacer y calidad de servicio. El tiempo y los resultados valoraron a tales “secundarios”.
Aunque la pasión de Nany por excelencia siempre fue la Moto, es pertinente también indicar que él alternó tal obsesiva pasión con otra afición en la que destacó durante muchos años: piloto de Rallys. Son bien conocidas sus hazañas a bordo de su “Mini-Morris” (bien preparado y trucado por él mismo para la competición) en las famosas subidas a “Peña Cabarga”, “Bustablao”, “Collado de Cieza”, etc. Por otra parte debemos con orgullo mencionar que fue un pionero en las carreras de Karts y en el mundo del Trial; debemos valorar en su justa medida estas actividades, dado que él mismo diseñaba y fabricaba sus propios Karts, así como preparaba su motos de Trial, inexistentes entonces. Y para muestra de lo indicado, van unos “botones”…
Nany, Copiloto y “Mini” en competición
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También son dignos de especial mención los eventos artísticos-deportivos que Nany organizaba durantes las típicas fiestas patronales del Valle de Buelna. No había programa de fiestas en aquéllos años en que no figuraran, en lugar especial, las populares “ginkanas” de motos y coches, las exhibiciones moteras, así como los espectáculos de Trial-in Door (antes no lo llamábamos así) en las calles y plazoletas del pueblo.
Incluidos en lo anterior están los populares, entonces institucionalizados, “Desfiles Moteros y Automovilísticos” el día de la fiesta de “San Cristóbal”, patrono de los “Conductores”. Este día era espectacular el paso de las motos del “Garaje de Nany” (por mucho que Nany y familia se empeñaran en denominar a su industria “Talleres Nany”, esta siempre fue para el común de los corraliegos “El Garaje de Nany”) seguidas de los Motocarros de los Panaderos ( Pilatti y el Churrero ) y del Lechero ( Bienvenido ) encabezando el gran desfile del Motor. A las motos y motocarros (de todas las marcas y tipos, incluidas las VeloSolex) artísticamente decoradas y con sus pancartas publicitarias al efecto, les seguían: los relucientes automóviles de amigos y vecinos, también bellamente decorados; todos los Taxis del Valle (Jesús Cossio en cabeza) y cerraban el desfile las Camionetas y Camiones, de los varios transportistas del pueblo, con los conductores de Goyo Pérez y el Asturiano, tocando las bocinas. ¡ Qué espectacular desfile ¡ el cual finalizaba con una “Gran Parada” en el patio de la iglesia y la preceptiva bendición apostólica por parte de Don Guillermo… que también desfilaba en el grupo de las VeloSolex… Se completaba la fiesta con un banquete colectivo… y en la sobremesa, exhibiciones moteras y automovilísticas… y de remate las típicas romería y verbena montañesas, donde, obviamente, faltaría más, el “Pito y Tambor” sonaban desde la “Diana” hasta la “retreta”.
Pero volvamos a mis recuerdos en torno a la sin-par VeloSolex…
Puesto que Nany había completado todo el equipamiento necesario para funcionar como Agente Técnico Oficial, del Servicio Oficial de VeloSolex Orbea en la provincia de Santander, era en este taller donde se vendían y reparaban prácticamente todas las VeloSolex del Valle de Buelna y alrededores. Era una estampa cotidiana ver el entorno físico del Taller de Nany atestado de VeloSolex, pendientes estas de reparación y/o revisión. Aunque bien es cierto que había otros pequeños talleres en la zona, que también realizaban esta actividad, Nany se llevaba la palma porque era el “número uno”: por prestigio profesional, su notable carisma y popularidad y, muy especialmente, por la calidad del servicio que ofrecía a sus clientes. Pero volvamos a mis recuerdos en torno a la sin-par VeloSolex… Pero volvamos a mis recuerdos en torno a la sin-par VeloSolex…
Puesto que Nany había completado todo el equipamiento necesario para funcionar como Agente Técnico Oficial, del Servicio Oficial de VeloSolex Orbea en la provincia de Santander, era en este taller donde se vendían y reparaban prácticamente todas las VeloSolex del Valle de Buelna y alrededores. Era una estampa cotidiana ver el entorno físico del Taller de Nany atestado de VeloSolex, pendientes estas de reparación y/o revisión. Aunque bien es cierto que había otros pequeños talleres en la zona, que también realizaban esta actividad, Nany se llevaba la palma porque era el “número uno”: por prestigio profesional, su notable carisma y popularidad y, muy especialmente, por la calidad del servicio que ofrecía a sus clientes.
Al crecer en demasía la demanda de reparaciones de VeloSolex y puesto que Nany estaba centrado en los Coches, Motocarros y Motos de gran cilindrada, los trabajos correspondientes a VeloSolex y ciclomotores recayeron en los “técnicos auxiliares” de Severiano. Estos eran: el competente y leal Nisio, July (con el tiempo notable “Maître” del Rte “El Capricho de Gaudí” y Pey (de la Escuela de Aprendices, La Salle Quijano, y guitarrista del entonces grupo musical The Boys), estos dos últimos hermanos de Nany. Así que eran estos personajes quienes aseguraban a la distinguida clientela un perfecto y completo mantenimiento de sus VeloSolex.
Es curioso remembrar y escribir ahora con notable añoranza, algo que en aquéllos tiempos no se percibía en toda su importancia: los vínculos emocionales que se establecían entre mecánicos y clientes. Piense el querido lector que cuando el cliente llevaba su VeloSolex al Taller, y eso no era cualquier cosa, llevaba su valor más preciado al “médico” (ya se decía entonces aquello de que: todo se puede prestar, menos la Mujer, el Calibre y la VeloSolex) lo cual obligaba a los técnicos citados a mimar, más que reparar, tales VeloSolex “enfermas”. Por todo ello y junto con las parladas correspondientes, en las tertulias a pie de Banco de Pruebas, la relación Técnico-Cliente se iba estrechando cotidianamente hasta llegar a consolidar una amistad que el tiempo haría perenne. Me vienen a la memoria nombres, muchos nombres, de amistades y feligreses de Don Guillermo, forjados en el ámbito de aquél primigenio Taller de tan grata memoria… muchos de aquellos ya fallecidos (QEPD) pero otros bien vivos y coleando, que cuando se acercan ahora a casa de Nany (donde ya solamente queda su recuerdo y su Museo de Motos, donde me encuentro) bien que desean “darme una vueltuca”.
Debo subrayar que mi Don Guillermo como era el profesor de Música del Conjunto Músico-Vocal The Boys (famoso grupo de Rock de aquéllos años) y puesto que Pey se había especializado (bajo la batuta de Nany y Nisio) en VeloSolex, es una obviedad decir que por ese motivo las atenciones que se dispensaron a mi humilde persona (perdón, quise decir, arquitectura motorizada mecánica) eran excelentes. Pey me tenía siempre a punto y en perfecto estado de revista, dado que si no era Don Guille quien me llevaba al Taller, era Pey quien se encargaba de ir a Casa del Cura a buscarme para “meterme mano”… era el precio a pagar por las clases de música de Los Boys, dado que el Sacerdote jamás cobró un duro por las actividades, ajenas a su labor pastoral-sacerdotal, que con tanta dedicación y altruismo realizó.
Don Guillermo, además, era el Capellán de la Fábrica de Nueva Montaña Quijano. En esta Empresa ( un muy importante centro industrial, en aquéllos años ) y en su Capilla de la Fábrica de La Aldea, oficiaba el Cura la Misa Dominical para el personal que trabajaba los Domingos y para toda persona, del pueblo o forastera, que deseara cumplir el precepto dominical católico a las cinco de la madrugada. Por este apunte histórico allí pasé yo tantas horas y tantos fríos… aparcada en la pared exterior de la Capilla.
Ahora que recuerdo… era en dicha fábrica de La Aldea donde, como algunos jefes podían entrar con sus VeloSolex, también se reparaban subrepticiamente “ciertas VeloSolex” aprovechando que había técnicos que sabían de este oficio. En fin pequeñas corruptelas que ante las actuales, parecen “pedetes de monja”.
No me puedo olvidar de la VeloSolex de Bego, la novia de Pey, puesto que, junto conmigo, éramos las “máquinas” mejor cuidadas y “alimentadas” del parque VeloSolíxtico de España y no exagero. A mi, por los lazos del mozo con Don Guillermo y a Bego, por obvias razones…
Puesto que Nany había completado todo el equipamiento necesario para funcionar como Agente Técnico Oficial, del Servicio Oficial de VeloSolex Orbea en la provincia de Santander, era en este taller donde se vendían y reparaban prácticamente todas las VeloSolex del Valle de Buelna y alrededores. Era una estampa cotidiana ver el entorno físico del Taller de Nany atestado de VeloSolex, pendientes estas de reparación y/o revisión. Aunque bien es cierto que había otros pequeños talleres en la zona, que también realizaban esta actividad, Nany se llevaba la palma porque era el “número uno”: por prestigio profesional, su notable carisma y popularidad y, muy especialmente, por la calidad del servicio que ofrecía a sus clientes.
Al crecer en demasía la demanda de reparaciones de VeloSolex y puesto que Nany estaba centrado en los Coches, Motocarros y Motos de gran cilindrada, los trabajos correspondientes a VeloSolex y ciclomotores recayeron en los “técnicos auxiliares” de Severiano. Estos eran: el competente y leal Nisio, July ( con el tiempo notable “Maître” del Rte “El Capricho de Gaudí” ) y Pey ( de la Escuela de Aprendices, La Salle Quijano, y guitarrista del entonces grupo musical The Boys ), estos dos últimos hermanos de Nany. Así que eran estos personajes quienes aseguraban a la distinguida clientela un perfecto y completo mantenimiento de sus VeloSolex.
Es curioso remembrar y escribir ahora con notable añoranza, algo que en aquéllos tiempos no se percibía en toda su importancia: los vínculos emocionales que se establecían entre mecánicos y clientes. Piense el querido lector que cuando el cliente llevaba su VeloSolex al Taller, y eso no era cualquier cosa, llevaba su valor más preciado al “médico” ( ya se decía entonces aquello de que: todo se puede prestar, menos la Mujer, el Calibre y la VeloSolex ) lo cual obligaba a los técnicos citados a mimar, más que reparar, tales VeloSolex “enfermas”. Por todo ello y junto con las parladas correspondientes, en las tertulias a pie de Banco de Pruebas, la relación Técnico-Cliente se iba estrechando cotidianamente hasta llegar a consolidar una amistad que el tiempo haría perenne. Me vienen a la memoria nombres, muchos nombres, de amistades y feligreses de Don Guillermo, forjados en el ámbito de aquél primigenio Taller de tan grata memoria… muchos de aquellos ya fallecidos (QEPD pero otros bien vivos y coleando, que cuando se acercan ahora a casa de Nany (donde ya solamente queda su recuerdo y su Museo de Motos, donde me encuentro) bien que desean “darme una vueltuca”.
Debo subrayar que mi Don Guillermo como era el profesor de Música del Conjunto Músico-Vocal The Boys (famoso grupo de Rock de aquéllos años) y puesto que Pey se había especializado (bajo la batuta de Nany y Nisio) en VeloSolex, es una obviedad decir que por ese motivo las atenciones que se dispensaron a mi humilde persona (perdón, quise decir, arquitectura motorizada mecánica) eran excelentes. Pey me tenía siempre a punto y en perfecto estado de revista, dado que si no era Don Guille quien me llevaba al Taller, era Pey quien se encargaba de ir a Casa del Cura a buscarme para “meterme mano”… era el precio a pagar por las clases de música de Los Boys, dado que el Sacerdote jamás cobró un duro por las actividades, ajenas a su labor pastoral-sacerdotal, que con tanta dedicación y altruismo realizó.
Don Guillermo, además, era el Capellán de la Fábrica de Nueva Montaña Quijano. En esta Empresa (un muy importante centro industrial, en aquéllos años) y en su Capilla de la Fábrica de La Aldea, oficiaba el Cura la Misa Dominical para el personal que trabajaba los Domingos y para toda persona, del pueblo o forastera, que deseara cumplir el precepto dominical católico a las cinco de la madrugada. Por este apunte histórico allí pasé yo tantas horas y tantos fríos… aparcada en la pared exterior de la Capilla.
Ahora que recuerdo… era en dicha fábrica de La Aldea donde, como algunos jefes podían entrar con sus VeloSolex, también se reparaban subrepticiamente “ciertas VeloSolex” aprovechando que había técnicos que sabían de este oficio ... En fin pequeñas corruptelas que ante las actuales, parecen “pedetes de monja”.
No me puedo olvidar de la VeloSolex de Bego, la novia de Pey, puesto que, junto conmigo, éramos las “máquinas” mejor cuidadas y “alimentadas” del parque VeloSolíxtico de España y no exagero. A mi, por los lazos del mozo con Don Guillermo y a Bego, por obvias razones…
Al crecer en demasía la demanda de reparaciones de VeloSolex y puesto que Nany estaba centrado en los Coches, Motocarros y Motos de gran cilindrada, los trabajos correspondientes a VeloSolex y ciclomotores recayeron en los “técnicos auxiliares” de Severiano. Estos eran: el competente y leal Nisio, July (con el tiempo notable “Maître” del Rte “El Capricho de Gaudí”) y Pey (de la Escuela de Aprendices, La Salle Quijano, y guitarrista del entonces grupo musical The Boys), estos dos últimos hermanos de Nany. Así que eran estos personajes quienes aseguraban a la distinguida clientela un perfecto y completo mantenimiento de sus VeloSolex.
Es curioso remembrar y escribir ahora con notable añoranza, algo que en aquéllos tiempos no se percibía en toda su importancia: los vínculos emocionales que se establecían entre mecánicos y clientes. Piense el querido lector que cuando el cliente llevaba su VeloSolex al Taller, y eso no era cualquier cosa, llevaba su valor más preciado al “médico” (ya se decía entonces aquello de que: todo se puede prestar, menos la Mujer, el Calibre y la VeloSolex) lo cual obligaba a los técnicos citados a mimar, más que reparar, tales VeloSolex “enfermas”. Por todo ello y junto con las parladas correspondientes, en las tertulias a pie de Banco de Pruebas, la relación Técnico-Cliente se iba estrechando cotidianamente hasta llegar a consolidar una amistad que el tiempo haría perenne. Me vienen a la memoria nombres, muchos nombres, de amistades y feligreses de Don Guillermo, forjados en el ámbito de aquél primigenio Taller de tan grata memoria… muchos de aquellos ya fallecidos (QEPD) pero otros bien vivos y coleando, que cuando se acercan ahora a casa de Nany (donde ya solamente queda su recuerdo y su Museo de Motos, donde me encuentro) bien que desean “darme una vueltuca”.
Debo subrayar que mi Don Guillermo como era el profesor de Música del Conjunto Músico-Vocal The Boys (famoso grupo de Rock de aquéllos años) y puesto que Pey se había especializado (bajo la batuta de Nany y Nisio) en VeloSolex, es una obviedad decir que por ese motivo las atenciones que se dispensaron a mi humilde persona (perdón, quise decir, arquitectura motorizada mecánica) eran excelentes. Pey me tenía siempre a punto y en perfecto estado de revista, dado que si no era Don Guille quien me llevaba al Taller, era Pey quien se encargaba de ir a Casa del Cura a buscarme para “meterme mano”… era el precio a pagar por las clases de música de Los Boys, dado que el Sacerdote jamás cobró un duro por las actividades, ajenas a su labor pastoral-sacerdotal, que con tanta dedicación y altruismo realizó.
Don Guillermo, además, era el Capellán de la Fábrica de Nueva Montaña Quijano. En esta Empresa (un muy importante centro industrial, en aquéllos años) y en su Capilla de la Fábrica de La Aldea, oficiaba el Cura la Misa Dominical para el personal que trabajaba los Domingos y para toda persona, del pueblo o forastera, que deseara cumplir el precepto dominical católico a las cinco de la madrugada. Por este apunte histórico allí pasé yo tantas horas y tantos fríos… aparcada en la pared exterior de la Capilla.
Ahora que recuerdo… era en dicha fábrica de La Aldea donde, como algunos jefes podían entrar con sus VeloSolex, también se reparaban subrepticiamente “ciertas VeloSolex” aprovechando que había técnicos que sabían de este oficio ... En fin pequeñas corruptelas que ante las actuales, parecen “pedetes de monja”.
No me puedo olvidar de la VeloSolex de Bego, la novia de Pey, puesto que, junto conmigo, éramos las “máquinas” mejor cuidadas y “alimentadas” del parque VeloSolíxtico de España y no exagero. A mi, por los lazos del mozo con Don Guillermo y a Bego, por obvias razones…
Y así transcurrieron aquellos felices años… y mientras las VeloSolex nos convertíamos en ingenios obsoletos (qué manera más cruel de denominar a quienes tanto servimos y tan poco reconocimiento merecimos…) “mi” Don Guille fue trasladado a una Parroquia de Torrelavega y Nany se consolidaba como “notable industrial de la zona”, esto debido a su abandono del ya muy “usado” (este no obsoleto, el pobre) “Garaje Cossío” y su traslado a otro y posteriormente otro emplazamiento e instalaciones, más acordes con los tiempos y las exigencias del mercado y clientes de los años 70 y posteriores… Pero yo seguía siendo la “montura” de mi cura.
Aunque mi vida de servicio con el cura en Torrelavega a quien acompañé fielmente, como Dios manda, en su traslado no difería mucho de la vivida en Los Corrales, sí es cierto que echaba en falta las revisiones y reparaciones en el Taller de Nany. Era por ello que –creo que Don Guillermo también las echaba en falta– con cierta frecuencia nos desplazábamos a Corrales a visitar a Nany… aunque la disculpa que ponía el de la sotana era “que tenía que visitar su antigua parroquia, para instruir a su sustituto en el eclesiástico cargo”. Pero lo cierto era que el cura, reitero, echaba mucho en falta las parladas con Nany y sus “Fieles” ya amigos, de Los Corrales, mientras disfrutaban de la afición a la mecánica que todos compartían… No olvidemos que Don Guillermo, además de ser un buen sacerdote y genial músico-organista, era un más que excelente ingeniero-inventor. De esto podemos dar fe quienes bien le conocimos y disfrutamos de su ciencia e ingenios electro-mecánicos, ópticos y cinematográficos (geniales diversiones para los chavales, sus creaciones de animación cinematográfica).
… Y como Don Guillermo estaba cada vez más absorto en su labor pastoral y docente, en la capital del Besaya; y puesto que su edad y las inclemencias del tiempo le impedían utilizarme como antaño; y como, causa principal, ya disponía de un “600” para sus desplazamientos, el buen cura muy a pesar suyo debía prescindir de mis servicios… Pero no de cualquier manera ¡jamás Don Guillermo me abandonaría en un desguace o me dejaría oxidar en su taller, en el trastero o en el jardín de su casa de la Ciudad Vergel de Torrelavega!… Por tanto no hubo otra mejor decisión que cederme en usufructo a Don Acilino –el cura párroco de la Iglesia de San Ramón, en el Barrio de Lombera, de Los Corrales. Sabia decisión, pues nuestro Don Guille así no me perdía de vista y prolongaba mi vida activa hasta que Don Acilino lo considerase.
Así que seguí frecuentando a Nany y disfrutando de la compañía del entrañable Don Acilito, honorable pastor de almas que tanto ha hecho y sigue haciendo por Los Corrales de Buelna.
Fueron años felices viendo como crecía el pueblo, aunque también hubo años infelices… como cuando íbamos viendo cómo la gran NMQSA se iba fraccionando y desmembrando hasta quedar en lo que hoy queda de ella… Y aquéllas marchas reivindicativas de los trabajadores… Y la diáspora de tantos jóvenes sobradamente preparados, y no tan jóvenes, que buscaban fuera del Valle y hasta fuera de España una vida mejor y más segura… Bueno, mejor no hablar de desafortunados años…
Pasados pocos años… Un mal día, para mí, Don Acilino se presentó ante Nany y le espetó:
–Severiano, puesto que esta abuelita ya flaquea en demasía, procede jubilarla…
–¡Pero bueno! ¿qué le pasa?... con lo que la mimamos, está como nueva –replicó Nany.
–Con franqueza, te diré que me han ofrecido un Vespino que no puedo rechazar –se sinceró el de la sotana.
Ante esto, Nany empezó a comprender… ya casi no era necesaria la explicación que Don Acilito iniciaba:
–Ya sabes Nany, que Don Guillermo siempre te dijo que serías le heredero final de esta, él deseaba que, cuando yo ya no la necesitase, te la diera para que tú la “aprovechases” y siguiera viva por mucho tiempo, contigo. Ya sabes, Don Guille es un sentimental.
Como Nany constató que yo aún podía prestar servicio, de inmediato se puso en contacto con Don Guillermo y le manifestó que era una pena “dar de baja” su VeloSolex. El cura le respondió que él se acercaría a Los Corrales para ver qué hacer. En efecto, Don Guillermo me llevó con él y continuó usándome de vez en cuando, hasta que por falta de atenciones y la avanzada edad de Don Guille, mi deterioro llegó y… Bueno, algo que al principio de estos relatos ya narré con detalle, de como fui a parar a la colección de “vejestorios” en el Taller de Nany, en la Mies del Agua, camino de Somahoz… Buena compañía me hicieron las Ducatti, Montesa Impala; las Guzzy Hispania, Vespas, Lambrettas… y demás joyas de paleolítico inferior del motociclismo del Siglo XX… Allí todas, cada año más viejas, esperábamos con ilusión a que Nany nos metiera mano… Como así fue en su momento. Por ello ahora seguimos luciendo en manos de los amigos cuando la ocasión lo merece… ¡Ay compañeros, pena me ha dado perder a Nany, así que no me falléis nunca vosotros, ahora ya mis amigos¡
UNOS ANEXOS…
… y a la VeloSolex la jubiló el Vespino |
CURIOSIDADES DE NUESTRAS VELOSOLEX…
NANY SIEMPRE CON NOSOTROS…
… Y estos sus herederos …
Y ALGUNOS AMIGOS ENTRAÑABLES …
Nuestro Honorable Don Acilito, con Tinuco (el Poeta de Somahoz) |
Como, lamentablemente no disponemos de fotografías de Don Guillermo Álvarez Rices,
Vayan en su lugar algunas de las obras de arte que realizó nuestro querido Cura
(cortesía de Don Teodoro Arnáiz) |
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