Reponiendo energías tras la llegada a meta
Tras mi participación en Los 10000 del Soplao, era imperdonable que no asistiese, en la modalidad de marcha, a esta prueba que se desarrollaba por los montes del valle de Buelna.
Existía también la posibilidad, imposible para mí, de hacer el mismo recorrido, corriendo.
Existía también la posibilidad, imposible para mí, de hacer el mismo recorrido, corriendo.
La prueba la organizaba el G.D. Orza y tenía una distancia de 30 Km, con un desnivel acumulado de 3200 metros.
Disfrutamos de un tiempo excelente y conseguí terminar en 6 horas y 37 minutos los 35 o 36 Km.
Digo 35 0 36 porque, pasado el Km 12, cuando iba en compañía de unos jóvenes corraliegos, fuimos alcanzados por una moto de la organización, para comunicarnos que habíamos avanzado varios Km. erróneamente, ya que nos habíamos saltado una desviación. A groso modo calculo que la pertinente rectificación bien pudiera habernos costado 5 o 6 Km más, como mínimo. Los compañeros de marcha, con el fin de recuperar el tiempo perdido, hicieron uso, casi diría que abuso de su juventud (podían ser mis hijos), poniendo un tren que me fue imposible seguir, teniendo que hacer parte del recorrido sólo, cosa que al final agradecí. Quiero dejar constancia que el despiste al no ver la desviación bien pudo tener su origen en que íbamos charlando (las fuerzas todavía nos permitían esa licencia) y no vimos la marca, aunque cuando al volver vimos el lugar por el que nos tendríamos que habernos desviado, pudimos comprobar que la marca estaba en el sentido inverso de la marcha, por lo que era fácil cometer el error.
En uno de los controles se estaba comentando esta incidencia, añadiendo que a algún corredor le había pasado lo mismo, pero consiguieron que rectificase antes de hacer un recorrido tan grande como el que hicimos nosotros. También quiero dejar constancia que, excepto ese único lunar, que me adjudica al 50% con la organización, la prueba estaba excelentemente señalizado y los controles de avituallamiento funcionaron a la perfección, por lo que no me queda otro remedio que felicitar a los organizadores y animarlos a otra próxima edición. También debo reconocer, en descargo de la organización, que yo tengo mi GPS genético averiado, casi de nacimiento, tanto en su versión de montaña, como de ciudad, e incluso de playa.
Ahora que nombro a los corredores se me hace difícil, desde mi perspectiva, que alguien haya sido capaz de hacerlo en 4 horas menos que yo, que es el tiempo que invirtió el ganador en el apartado de corredores. Lo de superhombres se queda corto.
Anteriormente dije que agradecí hacer parte del recorrido sólo, porque me sirvió para hacerlo de una forma más relajada. En ese trayecto, hice un trecho del camino con un joven de Somahoz (más concretamente de San Andrés) que me encontré, que había ido a bajar las vacas al valle para ser vacunadas y andaba buscándolas.
Más tarde trabé conversación con otro joven, que manifestó ser de Torrelavega, lo mismo que Laura, mi esposa. A lo lago de la charla, me comentó que se llamaba José Antonio, pero que coloquialmente era conocido como “Cape”. Un poco más adelante me hizo saber que estaba casado con una corraliega, que casualidades de la vida, es sobrina de Mariano, un amigo mío de la juventud. Como la charla transcurrió en un ambiente agradable, en la que surgieron otros conocidos comunes, los kilómetros fueron pasando de competitivos a una especie de tertulia ambulante, haciéndosenos más agradable los últimos momentos, ya que cuando nos quisimos dar cuenta estábamos otra vez en Somahoz, con lo que la meta estaba cerca. Al final entramos juntos y nos despedimos cordialmente.
Reitero mi felicitación a la organización por el trazado y la señalización de la prueba, así como las muestras de ánimo que recibíamos en los controles, entre los que pude reconocer, entre otros, a Chema y Maruja (los padres de Almudena y Noelia), Ignacio y su esposa Begoña, Ángel (hermano de Tere y Juan), Gelo (el marido de Menchu), Juan Carlos, el menor de los Capeli ….
Al final, como siempre, recibí como premio un beso de mi esposa Laura que me estaba esperando en la meta, con lo que me considero no solamente suficientemente premiado, sino que ya estoy pensando presentarme a la siguiente, esperando no cometer errores tan infantiles como el cometido en esta edición.
Cuando llegué a casa, tras la consabida ducha y un ligero descanso, acudimos a la cita que teníamos con otros matrimonios amigos de Santander, Tomás y Ana y los dos Luises con sus esposas Ludy y Mariola, con los que tomando unos vinos los hice partícipes de esta marcha, procurando no solamente exagerar lo menos posible, sino incluso minimizando la dureza de la misma, tratando de conseguir adeptos para este tipo de actividades, pero me parece que tuve escaso éxito en mi intención. Seguiremos insistiendo.
Mi amigo Jose Salas siempre un CAMPEÓN, todo lo que hace lo borda, con inteligencia, generosidad y entusiasmo.
ResponderEliminarToda mi admiración y reconocimiento para él y familia.